viernes, 24 de octubre de 2014

Excalibur

Hará una o dos semanas hubo una noticia que se volvió viral tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación. No, no me refiero al ganador del Premio Nobel de Literatura, ni tampoco a las famosas "tarjetas opacas" (a este paso se nos van a acabar los nombres para los asuntos de corrupción); yo hago alusión a lo ocurrido con el perro de la enfermera infectada por ébola, que iba a ser sacrificado para no propagar la enfermedad.
Ha sido tal el revuelo que hasta han intervenido los antidisturbios para frenar la avalancha enfurecida por querer sacrificarlo (y digo yo: ¿cómo han averiguado esas personas la dirección de la casa de la enfermera?) y sí, yo sé que es una vida inocente, pero es una vida que puede contagiar a otras muchas. Hay que tener en cuenta que un perro, por mucho que lo queramos, por mucho que le hablemos y mimemos, es un error tratarlo como a un ser humano. Un animalito aislado se deprime, se estresa, y no hablar de que tiene unas necesidades que no puede cubrir por sí mismo (la caquita se recoge y la orina se limpia, y no lo va a hacer el perro).
Mientras tanto, en Sierra Leona, hay centenares de "Excalibur" (así se llamaba el desafortunado perro) olvidados. Nadie repara en ellos, nadie se manifiesta por sus derechos a vivir, y son asesinados sin piedad.
No, no estoy hablando de los miles de seres humanos enfermos allí, ni de los cientos que mueren a diario. Ya está demostrado que ellos dan igual, pero qué menos que hagan algo por esos perros, por Dios.
Al final fue sacrificado, y parecía que la noticia no iba a trascender de ahí, a pesar del malestar social que eso produjo. Entonces, salió a la luz otra novedad: la enfermera se estaba recuperando de la enfermedad. Pudieron surgir muchos interrogantes al respecto, como: ¿Le quedarán secuelas? ¿Le extraerán sangre para crear algún tratamiento? ¿Tomará algún tipo de medida legal por la deficiente formación dada sobre el protocolo de emergencia?
Pues no. La mayor preocupación era cómo se iba a tomar la muerte de Excalibur. Yo sé que el fallecimiento de una mascota es algo muy doloroso, pero convertirlo en noticia no hace más que alimentar el morbo y no va a hacer resucitar al perro.
Yo adoro a los animales y tengo mascotas, pero odio la hipocresía y todo el circo que se ha montado en torno a esta situación, cuando al mismo tiempo se pidió no traer al cura infectado en Sierra Leona y dejarlo a su suerte.


*Lenore Lenoir*

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