domingo, 26 de marzo de 2017

La trampa de la igualdad

Cuando alguien pregunta a un grupo de gente "¿Quién está a favor de la igualdad?" raro es quien no levanta la mano. Da igual el género, la orientación sexual, la creencia religiosa, la etnia o la clase social a la que pertenezcamos, la palabra "igualdad" suena muy bien y es muy deseable porque en mayor o en menor medida suele haber algún factor con el que nos percibamos en desigualdad respecto a otras personas: una mujer blanca de clase acomodada puede querer igualdad porque se siente discriminada por ser mujer, un hombre blanco de clase obrera desea igualdad para poder llegar a fin de mes, un hombre negro quiere vivir tranquilamente sin tener que aguantar comentarios racistas, y así sucesivamente.

Ahora bien, ¿qué significa "igualdad"? Es importante hacerse esta pregunta, porque según la connotación que se le dé, puede variar mucho el progreso de una sociedad. 

Supongamos que la igualdad debería ser interpretada en un sentido estricto, es decir, todo el mundo por igual en un sentido literal. Suena lógico, nadie debería tener ventajas especiales sobre el resto por cumplir ciertas características. Nadie debería recibir becas para estudiar, ni subvenciones de ningún tipo. Tampoco descuentos en el transporte público, ¿por qué hay que darles un trato especial a personas jubiladas o a personas sin ingresos? Y ya no hablemos de los descuentos en museos o monumentos para personas empadronadas o jóvenes. Por no mencionar las ventajas fiscales para familias numerosas o un sistema de tributación escalonada ajustada a las circunstancias personales y familiares de cada individuo. Si tienes una hija o un hijo que ha sacado una media de matrícula de honor en Bachillerato, no aceptes el primer año de universidad gratis en solidaridad con el resto de estudiantes que deben pagar su matrícula. Tampoco aceptes los pluses en tu salario por antigüedad por una igualdad con el resto de la plantilla, ni la paga a la que tienes derecho si estás en situación de desempleo.

Por otro lado, existe otro concepto de igualdad, uno peor visto pero del que paradójicamente nos hemos beneficiado en más de una ocasión. No nos gusta el término "acción positiva" (la mal denominada "discriminación positiva"), pero con más o menos acierto ha sabido identificar las múltiples circunstancias que distinguimos como desigualitarias y, si bien no carece de imperfecciones, al menos muestra el punto básico: para plantear una solución en materia de igualdad, primero hay que saber cuál es el problema.




*Lenore Lenoir*

domingo, 19 de marzo de 2017

EL HUMOR

El humor se puede manifestar de muchas maneras y su concepto suele variar dependiendo del país o cultura en la que vivas. Hay chistes mejores y peores, personas con más o menos facilidad para entenderlos y captar la gracia, y luego está EL HUMOR (sí, con mayúscula).

EL HUMOR es el culmen de la comedia y te tienes que reír sí o sí, porque provoca la carcajada a nivel universal. Piensa en el chiste, monólogo o "sketch" que más gracia te haya hecho en toda tu vida, el que te provocó un ataque de risa que casi te mata. Bueno, pues eso no le llega ni a la suela de los zapatos a EL HUMOR, porque nada te puede hacer partirte el pecho más que frivolizar sobre una violación hecha a una niña, agresiones a cualquier persona que no sea hombre blanco cis hetero de clase media, o chistes tan novedosos como los que hacen burla a costa de reproducir y perpetuar estereotipos.

EL HUMOR es una cosa tan sofisticada que quien lo emite debe dejarlo claro, porque está tan plagado de retórica y es tan complejo que nadie con dos dedos de frente lo entiende.

Ahora bien, como cualquier tipo de humor, EL HUMOR no está exento de límites. No todo vale en EL HUMOR, existen unas reglas:

1. Frases o comentarios que provengan de personas pertenecientes a grupos oprimidos hacia grupos opresores no son graciosos, son una amenaza que pueden convertirse en realidad.

2. Personas de colectivos oprimidos sí pueden, en cambio, hacer EL HUMOR sobre su propia condición y tirar de estereotipos. Es requisito importante la alienación.

3. Tiene que ser "políticamente incorrecto". Sí, humor negro puro y duro, un humor tan polémico que parece mentira que la gran mayoría de reconocidos comediantes a nivel nacional llenen los recintos donde actúan y vivan de ello.

Seguiría explayándome, pero EL HUMOR no necesita más explicación. Es la carta de presentación de los mejores iconos de la comedia de la Historia: desde los que han alcanzado la cima de la montaña de la fama por alargar un poco los chistes que les aguantas a tu cuñado en las reuniones familiares, hasta aquellos que lo han reciclado y lo sueltan en vídeos de Youtube de millones de visitas; todos ellos muy incomprendidos y muy originales.


*Lenore Lenoir*


domingo, 12 de marzo de 2017

Si no me divierto, no es mi revolución

"Lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que limpiar. Así limpiaba, así así..." Seguro que recuerdas esta frase y en tu mente la has leído entonando su famosa melodía. Aunque no te hayas criado con los payasos de la tele, es muy probable que tu madre te la cantara durante la infancia con toda la naturalidad del mundo.

En una época más reciente, concretamente esta Navidad, el anuncio de la marca de turrones "Suchard" me hizo reflexionar y a recordar los diversos medios en los que exponen a hombres adultos emulando a niños o incitándolos a sacar el niño que llevan dentro. En publicidad, películas, o en la misma vida real vemos a hombres haciendo el gamberro, comportándose de forma inmadura, solicitando cuidados y, en definitiva divirtiéndose. 

Siguiendo con el anuncio de "Suchard" como ejemplo, vemos a padre e hijo con sus caras de emoción corriendo escaleras abajo para ver si Papá Noel se ha comido el turrón que le dejaron la noche anterior, y en ese instante, al mirar su reflejo en una bola del árbol de Navidad, el padre recuerda su infancia y la ilusión que sentía por esas fechas. En un plano más alejado y borroso aparece la figura de la madre atendiendo mientras tanto al niño actual, aparentemente ajena a la explosión de felicidad de su pareja. En el reflejo de la bola sigue siendo la misma, la madre-esposa cuidadora; aunque, a fin de cuentas, es para lo que la han educado desde pequeña, ¿no?

¿Realmente las niñas tienen opción de divertirse?

Es muy posible que a la madre-esposa del anuncio, cuando era niña, le regalaran muñecos, cocinitas y kits de limpieza en miniatura, todo de color rosa pastel y decorado con pegatinas de "Hello Kitty" para que el mensaje "vamos a forjar en ti una perfecta esclava ama de casa" no sea tan evidente y parezca que barrer, limpiar pipí de mentira y freír un huevo de plástico es divertido.

Transcurridos unos años, a esa niña ya no le entusiasmaba tanto pasear a su muñeco bebé en un carrito y prefería llenar su habitación y material escolar con pósters  y pegatinas de sus artistas favoritos. Estaba en plena pubertad y le gustaba ir con sus amigas a conciertos, aunque para ello tuviese que aguantar largas horas en la cola. En una de esas ocasiones presenció a un grupo más o menos numeroso de jóvenes burlándose de sus ídolos y llamando "niñatas" entre risas a todas las que guardaban cola.

Poco después, varias amigas suyas empezaron a leer un libro que las tenía enganchadas y se animó a leerlo también. Fue emocionante saber que la autora iba a firmar ejemplares en su ciudad, aunque no contaba con la gran presencia de chicas de su edad el día del evento. Durante la espera, otro grupo se reía de ellas, sin contar con la cantidad de insultos que a esas alturas estaba acostumbrada a leer por Internet,

Al cabo de un tiempo, su afición fueron los videojuegos, pero el acoso constante, los comentarios mandándola a fregar y cuestionando su capacidad para jugar la acabaron cansando. Empezó a ver anime y a confeccionar sus cosplays, pero nunca eran lo suficientemente buenos y no era una verdadera cosplayer porque se le veía el escote. Luego probó a subir vídeos a Youtube, pero lo hacía para llamar la atención. Posteriormente decidió escribir algún relato, pero era insulso y destinado para crías inmaduras. De vez en cuando salía de fiesta con sus amigas y se hacían fotos, pero eso era de guarras. Nada estaba bien.





Por todo ello, reivindico el derecho de las niñas a divertirse, a que desarrollen su imaginación y sus capacidades libremente y sin prejuicios ni estereotipos impuestos, para que cuando sean adultas puedan concederse unos instantes reviviendo la felicidad de la niña que llevan dentro.


*Lenore Lenoir*