lunes, 28 de marzo de 2022

Entre líneas


Hace unos días rescaté mi vieja libretita de escribir (sí, me encanta escribir a mano), ya un poco maltrecha por el paso de los años y casi terminada, y releí algunos de los escritos que después publiqué en este blog. Entre estos escritos encontré uno que, con casi toda seguridad, estaba pensado para su publicación pero por algún motivo que ahora mismo desconozco no llegó a salir a la luz. Pero como se suele decir, "nunca es tarde si la dicha es buena", así que lo rescato y lo comparto con mis lectores (o personitas incautas que han tropezado con este lugar).


ENTRE LÍNEAS


Últimamente he sentido tristeza al leer con relativa frecuencia testimonios de personas nacidas en generaciones posteriores a mí quejándose de los libros que les obligan a leer en el instituto. Muchos alegan que no sienten tanto interés o pasión por la lectura como deberían por culpa de la imposición de libros desde el ámbito académico, y olvidan que leer es, o debería ser, algo placentero y mágico, por no mencionar que también hay quienes sostienen que ya de por sí los libros infantiles o "acordes" a la edad que mandan en los colegios e institutos no son de gran calidad.


Yo terminé el instituto hace unos cuantos años y aunque mi hermano finalizó hace sólo uno, me albergan una serie de dudas: ¿Qué libros son los más cotizados actualmente en los centros de enseñanza? ¿Qué hacen (si es que lo hacen) para fomentar la pasión por la lectura al alumnado?


Como por arte de magia, aparecieron ante mí algunas de las obras que tuve que leer en algún momento y ya no recordaba haberlas leído. Si bien es cierto que algunas eran de mero entretenimiento, otras plasmaban una moraleja y un mensaje que todo el mundo debería llevar a cabo. Da rabia acabar enterrando esa narrativa en un oscuro rincón de la memoria y, junto a ella, los valores que transmite.


Por citar algunos, el primero que se me viene a la mente es "Momo", de Michael Ende. Pasados unos años después de su lectura, observas a tu alrededor, y a ti misma también, y te das cuenta de cómo se han apoderado los hombres grises de nuestras vidas y nuestro tiempo. Estamos programados para cumplir una serie de objetivos: terminar los estudios, trabajar, formar una familia, tener cosas, seguir trabajando para pagar esas cosas, envejecer y morir.


También recuerdo con nostalgia la cantidad de imaginación que albergaba durante mi infancia. ¡Qué fluidez a la hora de escribir! Sí, aún me fluyen las palabras, pero no transmiten lo mismo, no siento esa magia y esa divagación de antaño. ¿Será que los amuletos-prisma que me ha otorgado la tecnología han absorbido toda mi capacidad para soñar, como ocurre en "El maestro y el robot"?


Tengo la impresión de que algunos valores se están perdiendo: cada vez veo más violencia, más discriminación hacia personas de aspecto desagradable para uno mismo, como se narraba en "Intercambio con un inglés" (aunque no todo el mundo acaba con el mismo final feliz del libro).


Vivimos en un mundo corrompido por el dinero y el poder, y lo sabemos, pero estamos tan atadas a él que muy pocas son capaces de arrojar los billetes por los aires y exclamar "¡Viles papeluchos!", como dirían en "Caperucita en Manhattan".


Visto así, parece que todo es negativo, pero nosotras tenemos el poder de cambiar la situación y convertir el mundo en un lugar mejor.  Podemos dedicar el tiempo a nosotras y encontrar un hueco para disfrutar; cambiemos la enseñanza programada por una educación basada en el aprendizaje, la curiosidad y la motivación, y ojalá, solo ojalá, algún día no tengamos que depender de llevar algo de dinero sólo para salir a la calle.


*Lenore Lenoir*





domingo, 20 de marzo de 2022

¿He vuelto?

Ha pasado mucho tiempo desde mi última publicación, pero nunca llegué a irme del todo, pues mientras haya vida, los pensamientos y las palabras siguen fluyendo, aunque a veces desemboquen en terrenos perdidos o se desvíen de su cauce hacia la nada.


Soy consciente de que tal vez el blog ya no sea un formato con la misma popularidad que tenía hace años, pero siempre he tenido mayor predilección por la palabra escrita, y hace poco descubrí que resulta interesante tener tu propio espacio de memorias donde puedes regresar con el paso del tiempo y redescubrirte, siendo ya una versión de ti misma distinta a la de la persona que escribió aquellas publicaciones de hace años. 


Por eso, y del mismo modo que en el año 2022 me he reencontrado con mi yo de años anteriores y con mi visión de las cosas de aquel entonces, he decidido retomar (o al menos intentarlo) este blog, para compartir los pareceres de mi yo del 2022.


Aún no sé con qué frecuencia iré actualizando, ni el contenido que tendrá. Tal vez tenga algún carácter más introspectivo, o puede que simplemente me deje llevar por lo que dicte mi mente (los caprichos de la mente son generalmente caóticos e impredecibles).


En cualquier caso, si te encuentras con esta publicación y este blog en este período de streamings y podcasts, eres más que bienvenida, bienvenido o bienvenide.


*Lenore Lenoir*