domingo, 3 de julio de 2016

Sí, todas las mujeres

Está comprobado: en cuanto una mujer se queja por algo que le ocurre por el hecho de ser mujer, poco tardan en acudir los y las paladines de los hombres, en defensa del orgullo herido tras una afrenta tan grave como es una "generalización". Esta gente, hombres y mujeres, acuden al rescate de hombres que se han sentido generalizados cuando se habla de violaciones, acoso callejero, maltrato y otras agresiones que sufrimos las mujeres por algún ente incorpóreo o por gracia divina, porque al parecer nadie ha sido. Nadie agrede, nadie pone la mano encima, las mujeres nos maltratamos solitas.

Se ha extendido mucho una frase que hizo famoso a Bart Simpson y que la repetía sin cesar: "Yo no he sido"; y nunca falla. Una mujer (o dos, o tres) comparte una experiencia desagradable que ha vivido y poco tarda en aparecer alguien que se encargue de hacerle saber que "Yo no he sido", aunque la víctima en cuestión viva en la otra punta del país y su declaración no evite el daño ya hecho. Pero aquí no voy a entrar en las supuestas generalizaciones que destruyen más hombres que Hiroshima, me voy a centrar en otra generalización, en la nuestra. Voy a dejar de lado el "Not all men" (no todos los hombres) y me voy a dedicar al "Sí, todas las mujeres", porque siempre se recurre a lo primero para desviar la atención del problema que supone lo segundo.

Sí, todas las mujeres del mundo sufrimos violencia. Desde los cuadernos de quejas en Francia a finales del siglo XVIII hasta los grupos no mixtos en la actualidad, las mujeres hemos manifestado por activa y por pasiva nuestros problemas, los cuales creíamos que eran casos aislados y que sólo nos ocurrían a nosotras de manera individual. El feminismo nació precisamente de esta forma, al estrechar lazos y hablar con otras mujeres te das cuenta de que no eres la única que ha sufrido algún acto violento: resulta que a tu vecina le han gritado cosas por la calle, a tu mejor amiga le han tocado el culo, a tu cuñada le han llamado "puta", a esa mujer que acabas de conocer la rodearon entre varios hombres, una compañera de clase con la no sueles tener mucho contacto es víctima de maltrato por parte de su pareja...

Mientras seguimos aguantando y confiando en que el día siguiente transcurra con normalidad, la poca opción que tenemos es desahogarnos, contar lo ocurrido y cagarnos en los muertos de esta gentuza. Encima de que pasamos por semejante mierda constantemente, estemos donde estemos, y que no encontremos escapatoria en la vida real, tratan de coartar nuestra única vía de escape: desahogarnos y ofrecer apoyo a otras que también lo han vivido. Os escudáis en el "Yo no he sido" para que nos quedemos calladas y lo enterremos en nuestra memoria, para no asumir vuestra responsabilidad como parte de la sociedad que sois (aunque "no hayas sido", tampoco haces nada por condenar estas conductas, y también te hace responsable). A fin de cuentas, de lo que no se habla no existe, y si no hablamos ni publicamos nuestras vivencias es como si no hubieran ocurrido; nosotras seguimos creyendo que no le pasa a ninguna otra y la sociedad piensa que son situaciones aisladas y no un patrón sistemático que se repite con mayor o menor intensidad en todos los rincones del mundo.


*Lenore Lenoir*