martes, 28 de enero de 2014

El Cenáculo de la Sangre

Hace escasos momentos terminé de leer la primera parte de "El Cenáculo de la Sangre", de mi querido Jesús Paguillo, al cual le hago gustosamente el favor de escribir una crítica y publicarla aquí.
En rasgos generales me ha parecido una obra muy buena de principio a fin, pero vayamos por partes.
En un primer golpe de lectura, lo que más ha captado mi atención de manera grata ha sido la descripción de los lugares.
No es una descripción escueta, pero tampoco excesivamente larga, de tal modo que no supone un problema para continuar con la trama sin perder el hilo de la historia. Además, denota una magnífica labor de investigación de los lugares reseñados por parte del autor, pues hace referencia a bastantes edificios emblématicos y paisajes típicos de aquellas zonas que sería imposible explicar tan minuciosamente si no se hubieran visitado o, al menos, investigado.
Otro aspecto a destacar son los personajes. Después de tanto bombo con los "vampiros purpurina" de Crepúsculo se echaba de menos a los vampiros de verdad, sanguinarios y despiadados, en ocasiones con cierta similitud a los vampiros caracterizados en las novelas de Anne Rice (dotándolos de cierto toque "humano", aunque manteniendo la personalidad depredadora).
Cada personaje, sea más o menos relevante, está dotado de una personalidad única, y consigue crear una empatía o conexión entre ellos y el lector.
El protagonista, Corvus, va evolucionando a lo largo de la historia, según la situación o las necesidades a las que tenga que adaptarse, lo cual implica que éste sea uno de los factores por los que la trama no resulte aburrida ni previsible.
Respecto al argumento, no transcurre demasiada acción, pero lo compensa el halo de misterio que desprende casi toda la novela. En cierta manera mezcla un poco de novela policíaca, misterio, terror y la difuminación de la línea que separa realidad y superstición.
Otro aspecto positivo es que resulta muy fácil y rápido de leer; la acción transcurre con cierta rapidez y el lenguaje empleado es bastante cercano para el lector.
Estas características resultan puntos a favor, pues convierte a la novela en un libro más accesible y entretenido incluso para aquellas personas no demasiado aficionadas a la lectura.
Por tanto, y en resumidas cuentas, considero que es una novela muy recomendable, especialmente si te apasiona el género gótico y el tema vampírico.
Si tuviera que evaluarla, la puntuaría con un 9 sobre 10. No alcanza la máxima nota porque, a mi parecer, se me ha hecho muy corta. Afortunadamente cuenta con una segunda parte (El Cenáculo de la Sangre: Diarquía), que contará con mi beneplácito si se mantiene en la dinámica de la primera (un pajarito me ha augurado que sí).

"¿Locura? ¿Siquiera sabe lo que es locura? Usted no puede ver a sus antepasados cómo segaban vidas ajenas por no pertenecer a una misma religión, los genocidios perpetrados en el descubrimiento de nuevas tierras: los cristianos en América, los holandeses en África, los británicos en las islas; matanzas crudas y reales entre humanos... y, ¿se atreve a decir que somos peores que ellos por matar para sobrevivir, por intentar crear un nuevo orden?" (El Cenáculo de la Sangre)

*Lilith*

jueves, 23 de enero de 2014

Asesinados por el Bullying: ¿Sólo un juego de niños?

"Pedro volvía de clase y su vida cotidiana era siempre la misma: su padrastro pegando a su madre, y después a él.
Al parecer los insultos, humillaciones y palizas por parte de sus compañeros de clase no bastaban y tenía que soportar también los golpes de un hombre que ni siquiera era su padre.
No sabía qué hacer ni a quién acudir en busca de ayuda. No tenía amigos, su familia vivía lejos, y nadie mostraba un mínimo de interés en él. Ya le había suplicado a su madre que le dejara irse a vivir con su padre, pero ella se negaba.
Esto era demasiado para un chico de 14 años, quería que todo terminara, y finalmente lo vio claro: aprovechando que estaba solo en casa, cerró la puerta de su habitación, sacó de una caja de zapatos una cuerda con un nudo y ató la misma a la lámpara. Se subió a una silla y ajustó la cuerda alrededor de su cuello.
Echó un vistazo a su cuarto y suspiró. "Por fin va a terminar todo. No más sufrimiento." Y saltó de la silla, quedando su cuerpo inerte suspendido en el aire."

Este relato fue escrito por Miguel (nombre ficticio), un niño de 14 años que, desesperado, puso fin a su vida el pasado 14 de enero. Lo escribió un mes antes de la fatídica tragedia para un trabajo de clase y, a pesar de que sufría acoso escolar (también conocido como "bullying"), nadie pareció alarmarse por este texto, nadie le escuchó y ahora... es demasiado tarde.
Todo el mundo se pregunta cómo es que nadie ha hecho nada al respecto, todos se extrañan porque no se lo esperaban: "últimamente se le veía contento y sonriente", dicen las personas más cercanas.
¿Que no se lo esperaban? ¡Si lo estaba gritando a los cuatro vientos e hicisteis oídos sordos a sus gritos de auxilio!
Lo triste es que un niño haya tenido que quitarse la vida para que las personas tomen conciencia de que el bullying no es "cosa de niños", que se trata de un grave problema social que va en aumento.
Por desgracia, no es la primera vez que alguien acaba con su vida, harto de la presión y humillación constantes; y tampoco será la última si no se busca solución.
Es importante cambiar desde la base: la educación familiar. Hay que enseñar a los niños el respeto y la tolerancia a todos, especialmente a los que no sean como ellos. Para ello deben ser los padres quienes prediquen con el ejemplo, pues los hijos aprenden imitando la conducta de sus progenitores.
Tampoco habría que permitir que esta gentuza (no se merecen otro apelativo) queden impunes.
¿Ahora qué va a pasar? Muy sencillo:
     La gente que no lo conocíamos manifestaremos nuestra indignación y repugnancia y nos preguntaremos cómo es posible que los de su entorno no se han podido dar cuenta de lo que estaba pasando y no le han prestado la ayuda necesaria para que la víctima se sintiera bien.
     Las personas "pasivas" (aquellas que formaban parte de su entorno y que con toda seguridad serían conscientes de su situación escolar y familiar y, a pesar de todo, no hicieron nada por él) se estarán lamentando por qué no actuaron cuando pudieron.
     Los agresores probablemente sentirían al principio un poco de culpa, pero esas cabezas vacías acabarán olvidando que alguien murió por su culpa y bastará el paso del tiempo para borrar este episodio de sus memorias y , cuando esto ocurra, analizar a qué otra víctima atacar. No serán juzgados, no serán señalados, humillados ni vejados como lo fue Miguel y todos los que, vivos o muertos, sufrieron bullying. Estos infraseres seguirán con sus respectivas vidas; Miguel y todos los que han corrido su misma suerte no son tan afortunados: les fueron arrebatando las suyas con cada insulto, amenaza, paliza, humillación...
Muerte e hipocresía van de la mano: la persona fallecida se convierte de pronto en alguien perfecto y maravilloso y, en casos como éste, los acosadores arremeten contra los de su misma calaña.
¿Créeis que así os vais a redimir? ¿En serio pensáis que eso os va a convertir en buenas personas y que se van a borrar las heridas que inflingisteis a vuestras víctimas? Dejadme que os diga una cosa: sois unos hijos de puta y eso no lo va a cambiar ni vuestra muerte.
Pero, después de todo, el 100% de la culpa no la tenéis vosotros. Os educaron en un entorno demasiado benévolo y permisivo para vosotros, en una sociedad que os ríe las "gracias" o mira para otro lado.
Siempre hay personas diferentes y blancos muy fáciles para estos deshechos. ¿Desaparece uno? Pues me busco otro, ya que soy tan inútil que no soy capaz de destacar de otra manera.
Ejemplo de mi alusión a "sociedad benevolente" o "cómplice" es la crítica que ha recibido una madre estadounidense por su forma de castigar a su hija acosadora: la obligó a posar en Facebook con un cartel que explicaba que, como castigo por hacer bullying, iba a vender su iPod y donaría lo recaudado a una fundación para niños que sufren este tipo de acoso.
No sólo este hecho se ha convertido en noticia (que no debería serlo, ya que lo normal sería castigar a los hijos que agreden a otros niños, no justificándolos o pedir responsabilidades a terceras personas), sino que además ha recibido numerosas críticas (aparte de mensajes de apoyo, como el mío)por haber "humillado" a su hija. ¿Y aún nos extrañamos que ocurran estas cosas si somos los primeros en arrojar piedras contra quien toma medidas como las de esta mujer?

(Dejo el enlace de la noticia para quien quiera leerla más detalladamente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/14/actualidad/1389729879_356438.html )

*Lilith*

viernes, 17 de enero de 2014

A vosotros

Esta vez no toca tema polémico. Esta vez voy a dejar de lado los sarcamos y los comentarios ácidos.
Esta publicación está dedicada a ti, querido/a lector/a.
Quería daros las gracias a todos los que contribuís a que mi blog esté adquiriendo cada vez mayor relevancia y a que me motivéis cada vez más a escribir, que es una de mis pasiones.
Gracias a ti, que llevas siguiendo mis publicaciones desde que creé este blog; que has leído alguna entrada casual; que has compartido el enlace de algunas de mis entradas; que has comentado tu opinión, ya sea personalmente, a través de redes sociales, o por aquí; que has recomendado mi blog a tus amigos... A todos vosotros: GRACIAS.

Porque no hay nada más satisfactorio que ver cómo vosotros disfrutáis leyendo de la misma forma que yo he disfrutado y disfruto escribiendo.

Muchas gracias.

*Lilith*

jueves, 16 de enero de 2014

Demasiado femenina para ser legal

Cuando vives en un mundo dominado por hombres y eres una mujer abiertamente feminista, tu percepción de la vida da un giro de 180º. Poco a poco te vas dando cuenta de que el sexismo que se respira en tu entorno es mucho más abundante de lo que te imaginabas en un primer momento y que por ser mujer lo vas a experimentar desde que naces hasta que exhales tu último aliento, ya sea en casa, en la calle, en los medios de comunicación... El sexismo y la discriminación va a regir cada momento de tu vida.
Y es que, a ojos de la sociedad, se sigue esperando de nosotras que estemos al gusto de todos, que nos preocupemos más por complacer a los demás antes que a nosotras mismas, llegando a los extremos de reprimir nuestras conductas, anular u ocultar nuestra personalidad para no ser tachadas de "inmorales", "mujeres de dudosa reputación" o "indignas".
Entre otros aspectos, la censura a la que nos someten es brutal, sobre todo en lo concerniente a nuestra sexualidad o a nuestro cuerpo.
Si mantienes relaciones con muchos hombres, malo; si se amamanta a un bebé en la calle, malo también (aunque pongo la mano en el fuego a que muchos de los que tachan esta conducta de "inmoral" o "irrespetuosa" darían lo que fuera por estar en el lugar del niño); si enseñas una teta, horripilante y escandalizador.
En una entrada anterior hice hincapié en la polémica de los pezones femeninos, los cuales suelen ser censurados y eliminados de las redes sociales, por no hablar de las amonestaciones y continuas faltas de respeto hacia su persona (llegando incluso la creencia por parte de ciertas personas en que quienes no muestran vergüenza de mostrar su cuerpo no se respetan a sí mismas y, por tanto, otorgan total libertad e impunidad para ser vejadas, humilladas o incluso agredidas sexualmente).
Por contra, un hombre con el torso desnudo no provoca, ni de lejos, la misma reacción. Nadie opina sobre su pecho, nadie cuestiona la ética y dignidad de los que aparecen en las fotografías, todo queda en la más absoluta indiferencia.
Pero este no es el tema que quería acontecer en esta publicación, pues al fin y al cabo todo lo comentado anteriormente se reduce a un mero "castigo moral", que no trasciende (por lo general) de la concepción personal del asunto.
Ahora quiero ir más allá, donde ya empieza a repercutir una cuestion legal. Ya no se trata en este caso de un reproche ante la exhibición de senos femeninos, sino que encima está castigado con multa.
Me estoy refiriendo a un supuesto concreto que he leído hoy, pero dudo mucho que se trate de un hecho aislado. La noticia detallada podréis encontrarla en este enlace: http://altfoto.com/2014/01/empire-state-demanda-artista-fotografiar-mujer-con-torso-desnudo

La noticia destaca que un fotógrafo fue demandado y el Empire State (demandante) solicitó en la demanda la cuantía de 1,1 millones de dólares por fotografiar a una mujer con el pecho al aire en el interior del edificio.

Las preguntas que me planteo son: Si en lugar de mujer, el modelo hubiese sido un hombre sin camiseta, ¿las consecuencias habrían sido las mismas? ¿Tan repulsivas son unas tetas que, no sólo interponen demanda, sino que encima exigen una cuantía por indemnización desorbitante? ¿Por qué existe esta hipocresía de "nos gustan las tetas, verlas y sobarlas, pero que no las muestren a su antojo"?

Dudo que encuentre las verdaderas respuestas, pero espero que se vaya haciendo conciencia de ello y que no es una pérdida de respeto, ni se es menos mujer por hacer con tu cuerpo lo que se te antoje.

*Lilith*